Cuando la torpeza y la inestabilidad en un medio se convierten en movimientos ágiles y reconfortantes en otro.
Cuando del llanto continuo y las autoagresiones se pasa a un estado de calma y bienestar.
Cuando el agua no discrimina sino que potencia y exalta tu agilidad.
Cuando experimentas la increíble sensación que produce sumergirte, superar los miedos a lo desconocido y lanzarte sin pensar.
"Pies para qué os quiero si tengo aletas para nadar".